Hoy me encontré con G, y me siguió a casa sigiloso.
Yo, en mi abismo de dolor voluntario, iba pensando en que no quería ver a nadie.
Estuve a punto de girarme violentamente a verborrearle unas chuchas en su cara, pero andaba tan feliz, adinerao y de buen humor, me dijo que quería ir a mi casa a contarme unos secretos, si lo podía atender.
No. No quiero.
Pero le dije que me escribiera,
que no quería verlo en la calle,
me fui enojado, otra vez.
Estuvo media hora.
Le mostré mi nuevo ventilador.
Duró 15 minutos y al terminar me contó su secreto.
Con la sonrisa llena de metales me dijo que venia a despedirse:
conoció a una chica que le gusta de verdad y quiere intentarlo todo.
Cuando termino de confesarse lo abracé de emoción,
se me quito el enojo,
hasta me dieron ganas de llorar.
Le di toda mi bendición,
y me quedé en la cama pensando
que yo a escasos metros del final,
todavía espero tu ración de amor.